En la producción plástica de Francisco Molina una constante recurrente es la armoniosa confrontación de opuestos. Blanco y negro, luces y sombras, hombre y mujer se enfrentan como imagen y reflejo, seduciéndose y reconociéndose como las dos caras de una misma moneda; aceptando esas diferencias es que el artista puede lograr un equilibro en donde ninguna fuerza prevalece o domina, en donde dos extremos se funden en una dinámica e inquietante energía vital.
Francisco Molina nacido en Córdoba, Argentina en 1978, licenciado en Escultura de la Universidad Nacional de Córdoba, ha desarrollado su imagen personal a través de diferentes y muy variadas formas de expresión (pintura, escultura, maquillaje artístico, diseño y arte en la piel). Excelente dibujante, curioso e inquieto, ingenioso creador de técnicas propias; ha experimentando con materiales tradicionales y novedosos.
La obra de Francisco Molina no pasa desapercibida, es un canto explosivo en donde habitan seres solitarios, andróginos y seductores, santos mundanos que observan atentos la reacción del espectador. Tonos saturados y luminosos, expresiones profundas y bellos detalles, dinamismo, simbología y sensualidad; son la invitación a detenerse, a posar la mirada y dejarse llevar...
Admirar sus obras es como contemplar el reflejo de nuestra alma en la superficie del agua.
Francisco Molina crea de formas muy diferentes, su trabajo puede ser una expresión directa sin proceso de bocetado previo, también puede llegar a un resultado final a través de un largo estudio de formas y colores. La creatividad está íntimamente ligada a la parte emocional del artista.
En sus comienzos Molina ha experimentado muchas de las posibilidades de la pintura clásica, desde la tradicional técnica del oleo, hasta llegar a incursionar en novedosos materiales acrílicos y sintéticos. Como buen exponente de su generación, su obra se caracteriza por ser un collage estilístico, conjuga pasado y presente aportando técnicas y procesos de invención propia.
El volumen es una inquietud presente en toda su obra. Se ha dicho que Francisco Molina pinta como escultor, creando formas que escapan del plano, bordeando la tercera dimensión.
En escultura los materiales elegidos por el artista son: resina, madera, telas, cabello, metal y materiales innovadores creados por él. Su obrar comienza con una génesis cuya inspiración nace de inquietudes personales, luego va evolucionando hasta gestar la imagen concreta y definitiva.
La construcción de las obras requiere procesos de modelado, tacelado en moldes y vaciado.
El resultado es una representación única y vanguardista.
La gran mayoría de sus obras revelan al ser humano en un entorno caótico, confuso y solitario, en búsqueda interna por evolucionar. En la mirada de estos seres podemos encontrar los grandes interrogantes de la humanidad. En muchos casos el espectador se siente emocionalmente identificado con la obra.
Para el autor, el espectador, es tan protagonista como los seres que habitan este mundo.
Francisco Molina es un artífice completo, versátil y con una creatividad que sorprende.
Su trabajo es una ventana en donde podemos espiar la infinidad de detalles que componen nuestro propio ser...